Carmen, conocidísima ópera dramática compuesta por Georges Bizet en 1875, vuelve a escena reinterpretada por la compañía La Federica.
Su propuesta viene cargada de pasión, pero con un giro de tuerca… o más bien “de peineta”. La versión que nos proponen no trae cigarreras sumisas, ni toreros heroicos, ni amor como sinónimo de posesión. Esta Carmen viene con la cabeza bien alta, cantando seguidillas y habaneras, pero también cantando las cuarenta. Carmen ha aprendido y nos recuerda -tanto al público como a don José-, que amar no es obedecer, ni callar, ni quedarse quieta mientras otros deciden por ti, y lo hace con ritmo, con descaro y con una libertad que, ya les avisamos, es contagiosa.
María Zugazabeitia